miércoles, 21 de noviembre de 2007

La cerrazón


Nos empeñamos en malgastar nuestro tiempo buscando conflictos artificiales, aparte de los conflictos que la propia naturaleza y la propia vida nos regala.
No somos lo suficientemente inteligentes como para dedicar nuestro esfuerzo a resolver los problemas que naturalmente se nos presentan y disfrutar de los momentos de paz que se intercalan entre ellos.
No entenderé a las personas con ese empeño.
El de buscar y buscarse problemas, iniciarlos o inventarlos.
Me pregunto qué placer se encuentra en eso, qué se gana creando un conflicto donde no lo había. Porque esa lucha con los otros no trae satisfacciones, a no ser la perversidad del sentimiento de verlos vencidos, angustiados o fastidiados.
¿Y qué sacan de eso? ¿Qué ventaja para sus propias vidas?
Un día, y otro, y otro, estrujando el cerebro para intentar conseguir el mal ajeno, supongo que con la única satisfacción de ver o de pensar que el otro sufre, o pierde, o, al menos, no está tranquilo.
Sin darse cuenta de que, al mismo tiempo, ellos están perdiendo su valioso tiempo, sin dedicarlo a su propio provecho, a su propia felicidad.
No lo entiendo, pero ellos tampoco lo entienden.
Por más que se les diga y se le explique. Sólo contestan… yo sigo adelante hasta el final, yo no me rindo. Pero ¿hasta qué final? ¿qué premio conseguirán?....

Me da mucha pena la sociedad, cada vez una parte más ancha de ella, perdidos en sus nimiedades, en sus peleas y luchas ridículas, sin pararse a pensar ni un minuto qué es su vida, qué van a hacer con ella antes de que se acabe.

Infelices... qué ganarán, qué perderán... como decía Aute.

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martes, 6 de noviembre de 2007

Rebelión


Rebelarnos contra la vorágine, la marea que se jacta de obligarnos y soltar amarras del torbellino que nos envuelve.

Momento a momento vivimos obligados.
Multitud de actos, deberes y necesidades.
Obligaciones extrañas, incomprendidas por absurdas,
habituales por deber, irrenunciables por temor.

Muchos tipos comparten el “grupo social”, pero dos hay contrapuestos:
Uno, inconformista, pensador, crítico, libre.
Otro, peluche feliz, hueco, acelerado, espectro.

Uno se levanta por la mañana pensando qué hará hoy o qué debiera hacer.
Cómo intentar ser libre en su propia libertad.
Cómo intentar que su trabajo valga la pena, aunque sólo sea para él mismo.
A quién dirigirse para ganarse o para perderse.
Qué recuerdos y qué futuro debe vivir hoy.

Otro se levanta sabiendo ya lo que hay que hacer.
Seguir la rutina diaria sin error ni retraso.
Seguir el trabajo de ayer, satisfecho igual que ayer.
Sonreír al resto de bustos sonrientes.
Su vida hoy, sin ayer ni mañana.
Ningún cómo, ningún qué.

Cómo se acuesta uno…
Satisfacción ignorante, sueño tranquilo, cara de ángel.
Cómo se acuesta el otro…
Duda creciente, inquietud de vida, desasosiego.

Y cuando ya es tarde, cuando falta tiempo…
la pregunta...
el ansia urgente de conocimiento…
o la huída fácil, la entrega ciega... sin pensamiento.

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