domingo, 22 de noviembre de 2009

Laberinto


Laberinto de mis ojos y mi voluntad.
Qué tendrán estos años que nublan la claridad de la luz de primavera.
Ni infancia, ni adolescencia, ni juventud, con sus locuras y libertades, sus excesos y monteras, cegaron esa luz plácida.
La luz que nació con uno como un don regalado y gratuito.
Luz que acompañó tiempo, iluminando cada vuelta y recodo, cada túnel y caverna.

Imaginas, de pequeño, que nunca llegarás a una madurez que aprecias tan distante y tan imposible. Tan indeseable y lejana de tus ilusiones tan utópicas y tan bellas.
Prometes y prometes que girarás a la izquierda cuando llegue tu elección y tu momento.

Pero pasan los años... pasan las décadas.
¿Cuándo se bifurca el camino?
¿Cuándo vendrá el letrero y sus dos flechas?
¿Dónde está la orilla blanca y la orilla negra?

Pasan las décadas y ya eres grande.
Caminas con tu madurez inmadura, esperando aún la famosa pregunta de un ángel del cielo que baje a hacértela.
Pero no hay pregunta.
Tú eres la pregunta y la respuesta.
No has elegido porque no has parado, porque tus ojos siguen la senda del laberinto, sin pararte, sin detenerte, como si fueras un burro con orejeras.
La luz de primavera se fue cuando entraste en el laberinto detrás de los cantos de sirena.

Nueva década... nueva incógnita... nuevas dudas.
Aunque de esa luz preciosa todavía algo queda.

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lunes, 31 de agosto de 2009

Vida



Mira el vuelo de pájaros y el cantar de gorriones renaciendo cada día, aun viejos.
Dejaron atrás su penumbra negra y larga de años marcados de tristeza.
Superaron las jaulas por voluntad propia y no permitirán que las puertas vuelvan a cerrarse de nuevo.

Felices ahora como nunca imaginaron.
Nuevo resplandor muestran en su piel y en su mirada.
Un brillo nuevo que atrae la vida.
Vida por vida.

Ése es el vuelo que abandonaste, las plumas que perdiste, el canto que ahogaste...
El relevo que diste...
Las fuerzas que regalaste...

Si quieres vida, vive.
Si quieres alegría, ríe.
Si quieres ilusión, sueña.
Si quieres cariño, quiere.

No mueras hibernado.
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jueves, 25 de junio de 2009

Ausencias


Hoy el día está triste.
Nublado de gris melancólico que entra por los ojos y corre por las venas hasta el sentimiento.
El sol decidió descansar este día, paréntesis en verano.
Y me acompaña.

También me acompaña tu ausencia.
No entiendo cómo siento tu ausencia, sin haber sentido nunca tu presencia.
Siempre a distancia, notando tu deseo hacia una vida que no es mía, hacia una vida siempre ausente para ti también, irreal en un mundo de fantasía.
Quizás por eso mismo, la única deseada. Utópica e ideal.

Has conseguido por fin que tus anzuelos de barro tengan recompensa.
Sedales de aire llenan tu cesto.
Al fin, satisfecha de tu mundo, olvidando anhelos eternos.
No sabes que para alguien el cebo es amargo, el anzuelo hiriente y el sueño sólo eso, un sueño.

Noto tu ausencia... y tu ausencia.
Noto la rebeldía de mi mente que quiere gobernar según su lógica. Que me hace ver con sus ojos abiertos la imposibilidad de la realidad ficticia.
Me duele tu ausencia... más que tu ausencia.
Me duele el exceso de sentimientos.
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viernes, 29 de mayo de 2009

Como siempre


La mente se para y te sientes inmóvil, no la notas a tu lado y te parece que ha huido por esos mundos sin contar contigo.
Las ideas que revoloteaban en tu interior se quedan paralizadas y no dan señales de vida.
Sientes que estás fuera del engranaje de este mundo y su gente.
Las conversaciones son superfluas, el interés no va contigo.

¿Será la primavera? ¿Que termina el curso y empieza el verano? ¿Que te ha bajado la tensión arterial?

Yo sé que para mí cada año no comienza el uno de enero.
Comienza cada verano, con su fin de curso y su comienzo de vacaciones.
Es cuando pienso, cuando me hago proposiciones ilusorias, cuando decido cambiarlo todo... pero sin mente es muy difícil hacerlo.

Y tengo que hacerlo... como sea.
No puedo perderme este año todos mis proyectos (que nunca se cumplen), mis determinaciones más firmes (que se las lleva el viento), y mi total decisión de dar la vuelta a la tortilla (que siempre se queda como está).

No. Tengo que sacudir la mente, a ver si es que está dormida, o llamarla a voces si es que ha sido una pendona y se ha ido por ahí de picos pardos.
Porque ya es tarde y tengo que empezar a planificar como todos los años mi decisivo e irrenunciable cambio de vida.
En agosto ya no me reconoceré ni en el espejo, seré otra persona nueva, con una vida nueva (¡madre mía... como siempre!).
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domingo, 3 de mayo de 2009

Y el tiempo pasa...


Me da miedo ver pasar el tiempo.
Y saber que cuanto más hago, más ocupado estoy, más me divierto y más trabajo... más corre sin remedio.
Se me escapa de las manos.
El tiempo, la vida, el mundo en definitiva.

Me entra muchas veces la famosa tentación de moverme lo menos posible, hacer lo menos posible, sentarme e intentar aburrirme para que las horas sean más largas.
Intentar hacerlas eternas para alargar el tiempo.
Hacer un inútil intento de buscar la forma de recuperar aquella época de la vida en que el día era más largo, la semana más provechosa, y el año inconmensurable.
Divina juventud que pasó por mi piel sin darme cuenta y sin pensarla. Como a todos.

No tengo miedo a ningún final. Llegará.
Tengo miedo a que con el correr malvado de las horas, no pueda aprovecharlas como debiera.
A que mañana no me dé tiempo a hacer lo que pienso.
A que sean tantas cosas las que quiero, que no tenga tantas horas como deseos.
A que se vaya cerrando el embudo y tenga todavía un saco demasiado grande para que quepa por él.

Pero si me siento, si me aburro, si me quedo mirando a las musarañas, el saco no se vaciará nunca... porque lo voy llenando cada vez más de más deseos, de más proyectos.
Me gustaría dejar de ser inquieto.

Hace poco, alguien de mi edad me dijo que estaba en una etapa feliz. Que no aspiraba a nada más que a vivir tranquilamente, a no disgustarse, a pensar lo menos posible, a disfrutar del día a día como venga, a renunciar a cualquier sentimiento (¡Dios mío!) y a caminar por la vida superficialmente.
Me da pena... pero sonríe todos los días.
Sí, me da pena... pero no tiene insomnio.
Me da pena... pero por un oído le entran las cosas y por otro le salen.

Yo no puedo ser así.
Yo sigo en un sinvivir. Es mi naturaleza.
¡Qué desastre!

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miércoles, 15 de abril de 2009

Por ti


Por ti va.

Por ti, amiga, que te preocupas de mí sin merecerlo.
Porque sin pedir nada a cambio me das tu cariño, que siento inmenso, y que me llega tan dentro.
Porque, sin conocerte, te conozco, aunque no estés conmigo.
Porque me demuestras que tu corazón es de oro y tu alma de nácar.

Porque mantienes mi fe en los amigos.
Porque en tu amistad no hay distancias ni mundos extraños.
Porque me enterneces tanto.

Por tus palabras concisas y profundas.
Por esas palabras llenas como auténticos tesoros.
Por esos regalos que eliges cuidadosamente.

Por ti, amiga.

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jueves, 19 de marzo de 2009

Buen día para ser el primero


Tanta vida, tantas cosas, tantos sucesos.
Tanta ceguera para no distinguir unos de otros,
ni el grano de la paja, ni las joyas de las miserias.

Joyas preciosas en una vida.
Algunas de ellas –elegidas- mundo y sustento.

Y la vida corre, y la vida llena, y las joyas crecen.
Y yo... un imbécil.

Corriendo detrás de fantasmas con los que tropiezo.
Aspirando y añorando lo que no tengo.
¿Y para qué lo quiero?
Harto estoy.

Menos mal, imbécil,
que la lucidez de vez en cuando vuelve a tu cabeza.

Hoy es un día de esos,
hoy voy a sacar brillo a quien lo tiene y a quien lo merece.

Hoy es un buen día,
hoy hace sol,
hoy es fiesta,
... estoy con ellos.

Y estoy más sano y más fuerte.

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jueves, 5 de marzo de 2009

Hoy


Tan fácil y tan difícil,
alegría y pena cambiando de mano,
ojos preciosos, radiantes,
soles de invierno,
ojos tristes, ángeles caídos,
marcando minutos.

Sonrisa de beso, cálida mirada,
lágrimas presas, dolor ahogado,
marcando minutos.

Amor escondido.

Preguntas, respuestas... cariño, miradas,
lazos por dentro, nudos por fuera.
Mañana invernal en el invierno del alma,
almas juntas,
enfrentadas,
almas gemelas y distantes,
marcando minutos.

Café amargo.

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miércoles, 28 de enero de 2009

Cadenas oxidadas


Esta expresión que alguien cita en un correo personal me hace reflexionar de nuevo sobre mi vida.

Hay cadenas en nosotros que están vivas y vigentes, y hay otras cadenas que están oxidadas, casi muertas. Y las dos encadenan por igual.
La diferencia es que las primeras forman parte de nuestra vida actual y participan en ella para lo malo y también para lo bueno. Son cadenas aceptadas, incluso deseadas.

Pero las cadenas oxidadas, ¿para qué sirven?

Sujetas por el pasado o por los recuerdos, se alargan en una sucesión de eslabones que alcanzan nuestras manos y nos esclavizan.
Unas veces porque no podemos, otras porque no queremos, o porque no nos atrevemos, continuamos atados a ellas como perros famélicos a carne envenenada.
A nuestro pesar, forman parte de nuestros días, limitándonos, haciéndonos sufrir o llorar... y ahí seguimos.

Me dice que es más fácil y más aconsejable romperlas que intentar hacer que recuperen de nuevo su esplendor.
Pero tantas veces te agarras a ellas pensando que lo que hay al otro lado, que ya no es sino un edén marchito, todavía conserva su imagen fabulosa. Aunque no sea cierto, aunque ya no la veas, no quieres borrarla de tu fantasía.
Y tantas otras no eres tú el que se agarra. Porque el otro extremo está sujeto por alguien que quiere mantenerte así, y así las prefiere, enteras, pero oxidadas. Por el motivo que sea... bien o malintencionado.
Tú simplemente no te sueltas por el escuálido hilo de luz que corre por ellas, sabedor de que morirá si las cortas.
Por las migajas de pan que, de cuando en cuando, te traen a la boca y van prorrogando penosamente la agonía, pero que agradeces cada vez como un manjar del cielo.

La reflexión no puede ser otra.
No sirven. Sólo tiranizan. El extremo opuesto está más que muerto.
La vida no volverá a pasar por ellas.

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martes, 20 de enero de 2009

Perdidos entre la niebla


Te envidio a ti.

Cuando pienso en ti y en mí.
Cuando pienso que las facilidades de los dos no fueron las mismas. No.
¿Acaso no es cierto que según nos hace la naturaleza, según el sexo que nos tocó por nacimiento, las ventajas o desventajas cambian?

Pues así, incluso, con desventaja por nacimiento, me rebelé, me decidí por la revolución y la llevé a cabo.
Perdí... lo sabes. No pude ganar a mis espaldas.
Tú, en cambio, por la ventaja contraria, no hizo falta que te vistieras de guerrillera.
Sin armas, sin guerras y sin luchas... ¡Dios mío, mis luchas!... tomaste una determinación contra una injusticia similar y ganaste.
Nadie te puso una zancadilla a partir de entonces.
Y te envidio.

Te envidio por lo conseguido y te aplaudo por la decisión de llevar adelante tus propósitos sin ceder un palmo... aunque te envidie, o aunque te odie.
Yo, vencido, sigo peleando por conseguir esos propósitos que tengo claros, y que ya no son revolucionarios.
Pero una soga que conoces bien los voltea para que no pueda sujetarlos.
Sigo peleando por no dejar que se pierdan día tras día entre la niebla.

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