domingo, 27 de enero de 2008

Tiempos de cambio


Tiempos de espíritu perdido.
Retiro del alma, miedo a multitud.
Miedo a los cambios ajenos.
Soledad del alma oscura.
Soledad sin cielo.

Tiempos de cambio y de huida.
Espíritu inquieto y enfermo.
Renuncia a búsqueda y a lucha.
Inicio de cero.

Quietud y vuelta hacia dentro.
Corazón vacío.

Nuevos y viejos conocidos tiempos de cambio,
que hacéis el refugio más grande y más triste.
Más recuerdos, menos sueños.
Lacónicos tiempos de cambio, como este pensamiento.
Como el mar desde la orilla, como el valle desde el cielo.
Soledad contra universo.

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domingo, 20 de enero de 2008

Marqueses de nacimiento


Esperamos mucho de los demás, ofrecemos poco.
Creemos que nacimos con un derecho universal e innato a ser servidos por los demás, a ser atendidos, respetados, e incluso admirados. A ser el centro de un círculo que nos rodea.
Por contra, creemos que los demás nacieron con una obligación universal e innata de servirnos y atendernos, de sufrir nuestros sufrimientos y aligerarlos, de vivir para ayudarnos y hacernos la vida agradable, de satisfacer nuestras necesidades y caprichos. De formar nuestro círculo.

Pensamos que nacimos marqueses, y los demás mayordomos.

Y en nuestro fuero interno, qué poco nos gusta aquél que no cumple sus deberes.
Que no está pendiente, que no adivina nuestros deseos y no los satisface, que no nos mira como debe.
Aquél que no nos adula, que no acepta nuestras decisiones con benevolencia, y no imagina nuestras necesidades más íntimas y escondidas.
Que no cumple su misión en la vida.

Cuánto cuesta encontrar al humilde.
No al humilde obligado o incapaz, falso humilde.
Me refiero a esa categoría de cualidad humana en hombres y mujeres, que llamo “humildad de nacimiento”, que se refleja en su cara, como refleja sus sentimientos y como refleja su inteligencia. Sí, su inteligencia.
Que nació con la certidumbre de que su vida es su batalla.
Que si otro le ayuda y le apoya, es su mérito, mérito del otro y no propio.
Y que si están con él y le buscan libremente es porque algo lo merece.

Es la gente que vive sin exigir, sin preguntar, sin presionar.
Que ofrece su ayuda sin que se le pida.
Que se retira sin más cuando no es bienvenido.
Que no guarda rencor si no es admitido.
Que entiende cuando no es entendido.

Es la gente que calla.
Que mira y hace más que habla.
Es la gente discreta que guarda su silencio.
Es la gente que, aún herida, respeta y entiende otros silencios.
Es la gente que distingue las pajas y las vigas.

Es la gente que quiero, la que merece la pena, la que me alegra por dentro cuando miro sus ojos limpios y brillantes, ojos como estrellas, la que me enriquece sin que lo sepa, la que guardo en el corazón más que en la cabeza.

Es la gente de la que intento aprender a salir de mi marquesado… mi propio marquesado de nacimiento.

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domingo, 13 de enero de 2008

No quiero


No quiero conformarme, ni quiero ser esclavo.
Ni perder todo.
Ni tener tiento.

No quiero las cadenas impuestas por los sabios.
Ni quiero cerrar puertas.
Ni días mortecinos por decreto.

No quiero la calma agazapada entre los muertos.
Ni ser la nada que te oprime.
Ni tener miedo.

No quiero la cabeza pesada que me ronda.
Ni el recuerdo ése.
Ni ser azote que pase por tu cuerpo.

Ni injusticia,
ni abandono,
ni desprecio.

No quiero ser alma de un soplo pasajero.
No quiero ser ceniza.
Ni quiero merecerlo.

Quiero ser un canto libre y vivo
que alcance con la mano nuestro cielo.

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miércoles, 9 de enero de 2008

Gracias por amarme


Extracto de la carta pública de una chica de 16 años a su novio.
Una chica que conozco y a la que aprecio mucho.

Una declaración amorosa... una oración de agradecimiento... una entrega del corazón... una proclamación de humildad... una confesión desinteresada... un testimonio de sentimiento.

Una lección de amor...

No consigo llegar a entender por qué cada minuto más que vivo escapa más deprisa.
¿Por qué las agujas de mi reloj se aceleran año a año?

Y la eterna pregunta que bucea en mi interior:
¿por qué el tiempo es tan relativo?
¿ por qué los minutos pueden convertirse en horas y los días en segundos?


¿Y por qué cada día contigo es más maravilloso?
¿Por qué soy tan afortunada?
Sólo puedo sentirme agradecida cada vez que me doy cuenta de que mis deseos casi sólo tratan la manutención de situaciones de mi vida actual.
Agradecida cada vez que me doy cuenta de que me quieres muchísimo, como yo a ti.
En estos últimos días has conseguido conmoverme más que nunca, y hacerme sentir aún más la mujer más especial del planeta.


Gracias por todas las palabras, por los "te quiero" susurrados al oído, por los besos en la frente cuando estuve enferma, por los abrazos cuando tengo frío.
Gracias por saber coger mi mano y con solo mirarme entender cómo me siento, por conocerme más cada día y seguir compartiendo conmigo tantos momentos maravillosos.
Gracias por los sueñecitos a mi lado, por las siestas con la cabeza en mi hombro, por todas las caricias.
Gracias por demostrarme lo que en el fondo sé, lo que siempre me has dicho, por tener lo que necesito siempre y en el momento justo.
Gracias por secar mis lágrimas, por aguantarme en los ratos tontos y por ser capaz de hacerme sonreír en cualquier circunstancia.
Gracias por llenar mi vida de amor e ilusión.

Muchísimas gracias por sacrificar tanto por mí, y por hacerme ver más que nunca lo importante que soy para ti, y las verdaderas cosas importantes.
No olvidaré ni el mínimo detalle ni palabra tuya de estas navidades.
No quiero que esto acabe nunca.


Gracias, mil gracias, por ser el mejor regalo que se le puede hacer a alguien.
Te quiero.

Tu niña.

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jueves, 3 de enero de 2008

"Pensar mucho"


No quiero dejar en el olvido un hecho que me ha sucedido recientemente.
Quiero releerlo de vez en cuando.

Hace unos días, en una de esas reuniones que en estas fechas abundan... cuando los amigos de siempre, desperdigados por esos mundos de Dios, volvemos a reunirnos como todos los años... una vez al año... siempre en Navidad, uno de ellos me sorprendió.
En la sobremesa, tomando un café todos juntos, y hablando de los recuerdos del colegio y de tantas otras cosas... me dice:

-"Tú es que siempre has pensado mucho... y por eso te disgustabas".
- "Yo siempre he decidido pensar poco, no dar vueltas a las cosas... lo que venga, venga... y olvidar pronto. Lo sigo haciendo ahora y no me disgusto. Suelo ser el último mono, sí, pero duermo tranquilo todas las noches".

Me quedé fuera de lugar. Esa confesión tan sincera me borró del mapa, me quedé callado y se me acabaron las palabras.
Nunca me llevé muy bien con él, lo sé.
Nunca pude conversar ni comentar nada interesante con él... pero no podía imaginar que él mismo se definiera así, y se sintiera orgulloso.

¿Qué es eso de "pensar mucho"?

Dice que él no ha tenido nunca éxito, que le han acusado siempre de conformista, que ha preferido asentir siempre y conformarse siempre, que ha preferido pensar poco.

Sigo sin entenderlo.
¿Cómo se hace para "pensar poco"?

No lo sé... no quiero decir la barbaridad que se me viene a la mente, porque es muy fea.
Y porque luego alguien me acusará de pensar mucho.
Bendito mundo de Dios... bendita fauna.

"Desventurado aquél que alberga desiertos" (Nietzsche)

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